Que seas Feliz…

10 07 2008

La pregunta del millón es ¿qué pasó después de esa primera cita?

Yo cuento mi versión de los hechos: a las apuradas, sin entender mucho que pasaba o entendiendo demasiado, comencé mi viaje. Con mis amigos Juan y Alvaro visitamos París…

..Con otros mexicanos que conocí descubrí Venecia, después estuve por Eslovenia con Gregor y finalmente me re-encontré con Juan en Viena, donde visitábamos a nuestra amiga Sandra, para luego realizar una travesía inimaginable con el solo destino de llegar a Madrid.

Mientras realizaba todo ese recorrido recuerdo haberle escrito un email a mi mamá “notificandole” que me había enamorado de un italiano maravilloso. Eso es todo lo que le conté!! Cuando recibí su respuesta, me dí cuenta que debía ser más detallista. Mamá se imaginó que no me volvería a ver más!!

“Mi italiano” me escribió solo un par de emails, donde arreglábamos cuando y cómo nos ibamos a volver a ver, así yo me “encontraba” con mis cosas… nada más!

Finalmente, un 18 de agosto, lo llamé por teléfono desde Madrid. Quedamos en vernos ese mismo día (no había opción, por que al día siguiente yo volvía a Buenos Aires).

Al volver a vernos nos dimos cuenta que seguiamos tan “idilicamente” enganchados como al prinicpio -yo me dí cuenta-. Sin embargo nunca hablamos de un posible futuro juntos, ni siquiera de la posibilidad de volver a vernos. Para Giacomo el haberse encontrado conmigo en Madrid era una afirmación que el destino le estaba enviando para indicarle que su decisión de mudarse allí era la correcta (y yo muerta de amor por él!!!!).

Una vez una amiga usó al expresión de “que el alma y el cuerpo no están unidos”. Esa vuelta a “casa” fue así, nunca me sentí tan fuera de lugar con lo que estaba haciendo.. pero ¿porqué me iba a quedar?. Las últimas palabras de Giacomo habían sido “que seas feliz”…


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